El primer día de curso, en una apacible mañana en riscos altos, metimos en una caja papeles con todas las cosas que creíamos que no íbamos a ser capaces de hacer.
Cada persona escribió cuáles creían que iban a ser sus debilidades durante el curso que se nos planteaba por delante y, simbólicamente, “enterramos” esa caja junto a los NO PUEDO.
Hoy, por ser el penúltimo día de clase, hemos desenterrado esos propósitos de septiembre para valorar nuestro avance. Grande ha sido nuestra sorpresa cuando hemos descubierto que la mayoría han sido eliminados. Hemos podido comprobar cómo con nuestro trabajo diario y la ayuda de nuestros maestros y nuestras maestras hemos podido conseguir aquello que creíamos que no podríamos. Y si algún alumno o alumna no ha terminado de conseguir algo, ha sido guardado para continuar con el trabajo el próximo curso, pues cada persona tiene su ritmo para conseguir sus propósitos.
Nuestros potenciales son siempre y en todas las personas, inmensos, sólo tenemos que dejarlos salir y dejar que aprendan con nosotros.
Para nosotros, l@s maestr@s, ha sido un proceso de satisfacción a la par que de evaluarnos a nosotros mismo y dejar constancia de los aspectos que debemos mejorar para el próximo curso poder tratar mejor a nuestro alumnado.
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